La pizza suele ser considerada fast-food, un alimento casi de batalla y de precio reducido. Pero si nos vamos a Italia, esta concepción es totalmente distinta. Allí las pizzas son cuestión de orgullo nacional, junto con la pasta, por lo que nos encontraremos con un producto de calidad en la mayoría de sitios donde podamos probarla. Recuerdo haber comido un par de porciones en el aeropuerto de Venecia que le daban varias vueltas a muchas de las que he comido por aquí, incluso de locales especializados.
A pesar de eso, siempre hay excepciones que confirman la regla. Fabián Martín es campeón del mundo de pizzas, tanto en modalidad de calidad como acrobática, y eso se nota en las pizzas que se sirven en su restaurante.
El restaurante que tiene en Puigcerdà es de reciente apertura, trasladado desde Llívia, localidad cercana donde tenía su taller-pizzeria. Tiene otros tres locales en Barcelona, el más longevo el situado en Via Laietana a tocar de Plaza Urquinaona.
La carta del restaurante se divide en ensaladas, las pizzas tradicionales y las pizzas gourmet (además de varios tipos de pasta). Las tradicionales rondan entre los 10 y los 13 euros, mientras que las gourmet varían entre los 20 y los 50 euros.
Lo cierto es que, a priori, plantearse pedir una pizza de ese precio no entra en los planes de muchos de nosotros, pero habiéndolas probado se entiende que el coste es proporcional a la calidad y al placer que da comer una de ellas.
En mi caso, opté por la más barata de las gourmet, la Calzone Napolitana, porque me encanta esta modalidad de pizza doblada, y por una Cuatro quesos. Esta calzone es, con mucha probabilidad, la mejor pizza que he probado hasta ahora.
Con un relleno de queso y jamón dulce en tacos y un recubrimiento de mozzarella fresca, albahaca y salsa de tomate, la combinación enamora a pesar de su aparente simplicidad. La mozzarella era sabrosísima, mientras que la albahaca, al ser de hojas grandes, no aportaba un excesivo sabor, sino que la complementaba. La masa en su punto justo, con los bordes apenas crujientes y con relleno por todo el interior de la pizza.
La cuatro quesos, por su lado, era una pizza más tradicional pero también muy buena. Además, era una pizza sin bordes, cosa que yo agradezco, ya que no me los suelo comer (más que nada, porque en pocos sitios suelen ser muy apetecibles).
Antes de las pizzas, probamos el tartar de tomate. Está hecho con tomates confitados y un toque avinagrado, lo que le da un sabor muy intenso a tomate. Lo rematan un poco de mozzarella fresca y de parmesano. Tan delicioso que le perdonamos los 14 euros que cuesta el plato.
Para acabar la cena, a pesar de que estábamos bastante llenos, una de las camareras nos recomendó probar el tiramisú de mango. A pesar de que nos dijo que era muy digestivo no nos lo acabamos de creer, pues el tiramisú nunca se ha caracterizado por ser un postre ligero. Nos equivocamos. No se trata de un tiramisú tradicional, ya que no lleva bizcocho, y el mascarpone viene en forma de espuma. Vamos, que no quedó ni gota.
A destacar, también, el servicio del restaurante, con unos camareros muy atentos y simpáticos, que nos ayudaron a escoger entre toda la carta, y nos sirvieron muy rápido. El propio Fabián estaba por allí, atento a todos los detalles, controlando que todo el mundo estuviera servido y cómodo.
En conclusión, totalmente recomendable. Para la próxima visita, que supongo será en el restaurante de Barcelona, me apunto el pedir la Diego Armando Messi.
Fabián Martín
Rambla Josep María Martí, 6
Puigcerdà
Facebook: https://www.facebook.com/Pizzas.Fabian.Barcelona
